Haciendo trabajo de campo en el Barrio 20 Julio, observamos las diferentes dinámicas que allí ocurren, especialmente relacionada con la iglesia del Divino Niño, en donde miles de feligreses acuden los domingos como un acto de devoción y fe, día en que el comercio informal se toma las calles aprovechando la congregación masiva, haciendo de estas actividades una fuente de sustento para muchos, no solo en un ámbito religioso, si no en otros aspectos.
Con el divino niño surge una identidad del sector, ligada tanto a la dinámica religiosa como a las actividades comerciales. El espacio público adquiere un ambiente de feria donde se evidencia que gran parte de la población vive de la economía de carácter informal o rebusque, acomodando y reacomodando sus puestos según el flujo de visitantes y defendiendo constantemente en espacio en el que se han ubicado, en ocasiones según la hora de llegada.
La plazoleta frente al templo es el espacio de mayor envergadura en el sector y en esta se llevan a cabo principalmente actos religiosos, que usualmente no presentan tanta formalidad como al interior de la iglesia, ya que simultáneamente es el lugar de trabajo de algunas de las personas dedicadas a la venta de artículos religiosos y alimenticios.
Los accesos vehiculares al barrio generalmente presentan congestión debido a la apropiación de las calles por parte del mercado ambulante, a la gran cantidad de personas que visitan el sector y adicionalmente a que en algunas ocasiones los mismos vehículos son acondicionados para la venta de productos.
Cabe aclarar que a este lugar acuden dos tipos de visitantes principalmente, el primero de ellos son personas que no acceden a los servicios o espacios no religiosos, de modo que al terminar su visita a la iglesia se dirigen a los parqueaderos y salen de las zona en su vehículo, mientras que el segundo grupo son sectores populares, quienes por el contrario una vez terminada la misa, se disponen a curiosear y a circular al interior de los mercados, donde los avisos publicitarios son sobrecargados y el que mas grite es el que mas vende.
En la “feria” del 20 de julio se combina todo tipo de comercio, desde el espiritual, al recreativo y cultural, cuya modalidad es básicamente la distribución de productos de consumo popular, de no muy buena calidad y a bajos precios. Se alquilan triciclos y llamas para los niños, se venden de todo tipo de alimentos, hay títeres, mimos, adivinos, rezanderos, fotógrafos, etc., donde todo el q mira es un comprador en potencia.